MARIO VARGAS LLOSA

MARIO VARGAS LLOSA, PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010
"Me acuerdo de cuando empecé en esto. ¡Quién me iba a decir a mí que acabaría como he acabado! Yo jamás pensé que me ganaría la vida como escritor, jamás pen
sé siquiera que fueran a editarme un primer libro. Yo creía que la edición me la tendría que pagar yo y que lo leerían apenas un grupito de amigos".

http://www.mvargasllosa.com/
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/vargasllosa/index.htm

sábado, 9 de abril de 2011

Migel Delibes

La obra narrativa y periodística de Miguel Delibes está sin duda marcada por su biografía tanto como por sus atributos ideológicos y sus compromisos morales. Podría decirse que el autor concibe la escritura como la práctica de un humanismo muy arraigado en las virtudes de la tierra, respetuoso con la tradición popular, atento al precario equilibrio del medio y al cuidado de la naturaleza. Lo que algunos designan como su casticismo no es trivial ni se detiene en detalles folclóricos, ya que acaba siendo una crítica del progreso desordenado y una defensa de la justicia social.


http://www.catedramdelibes.com/archivos/000011.html
http://www.lecturalia.com/libro/12808/espana-1939-1950-muerte-y-resurreccion-de-la-novela
http://canales.nortecastilla.es/delibes/

domingo, 3 de abril de 2011

C.J.C.


Para completar información sobre Camilo José Cela: http://www.fundacioncela.com/html/home/intro.htm
Eterno candidato al Nobel de literatura, Camilo José Cela recogió el galardón en 1989, cuando ya no se lo esperaba y había llegado a declarar que "daría con gusto el dinero del premio con tal de conseguirlo". No le hizo falta: la Academia sueca le otorgó el galardón "por la riqueza e intensidad de su prosa, que con refrenada compasión encarna una visión provocadora del desamparo de todo ser humano" Archivos de RTVE, 1989

Vídeo de la recogida del Premio Nobel: http://www.rtve.es/rtve/20081205/camilo-jose-cela-premio-nobel-literatura-1989/202997.shtml

miércoles, 23 de marzo de 2011

lunes, 21 de marzo de 2011

LA NOVELA ESPAÑOLA HASTA 1939

La primera mitad del siglo XX es muy rica desde el punto de vista literario. La calidad es el denominador común de todos los géneros, aunque, si hay uno que destaca por encima de los demás, ése es indudablemente la novela. Los autores de la Generación del 98 utilizan este género como vehículo fundamental de expresión y lo convierten en el género por excelencia de la literatura del siglo XX. Posteriormente, los autores pertenecientes al Novecentismo o Generación del 14 lo cultivan con profusión, junto con el ensayo, y en ambos se proponen buscar nuevas vías narrativas. En los años cuarenta, tras la Guerra Civil Española, la literatura se ve condicionada por la ideología, y la novela no es una excepción. Los autores exponen su punto de vista en sus novelas a la vez que pretenden ser originales y experimentar con nuevas técnicas narrativas. Se buscan nuevos ángulos narrativos que reflejen una mayor riqueza de perspectiva y de visión para el lector. Además, nacen nuevas editoriales y colecciones, lo cual, unido al incremento de las traducciones, contribuye al desarrollo pleno de la novela.
La novela en la Generación del 98
Como ya indicamos en el capítulo dedicado a la Generación del 98, la novela es el género más importante de cuantos cultivaron los miembros de este grupo. Los temas que prefieren son España, las causas de la decadencia, la historia, los pueblos, las gentes... además de la reflexión sobre el hombre y su destino. Estos autores no se preocupan por la Historia de los grandes personajes, sino por lo que Unamuno denominó la intrahistoria, es decir, ‘la vida callada de miles de hombres sin historia’. Otro elemento fundamental en las novelas de la Generación del 98 es la descripción del paisaje como reflejo de un estado de ánimo determinado.
En cuanto a la forma, estos autores se basan en la simplicidad y la claridad. Huyen de la retórica vacía y de los largos periodos oracionales. Lo más importante es el argumento, el fondo, y la forma no debe ser un obstáculo para la comprensión del mensaje implícito en la novela.
Entre los miembros de la Generación del 98, los principales novelistas son: Pío Baroja, Ramón del Valle-Inclán, Miguel de Unamuno, José Martínez Ruiz, Azorín, y Ángel Ganivet. Estos autores publicaron sus novelas durante las tres primeras décadas del siglo XX, es decir, hasta el comienzo de la Guerra Civil, con lo que desempeñaron una especie de magisterio sobre los autores más jóvenes que se iniciaban en la narrativa.
Novecentismo o Generación del 14
Como puente entre la Generación del 98 y la Generación del 27, encontramos a un grupo de escritores que se dan a conocer entre 1910 y 1914 y que reciben la denominación de novecentistas. Se trata de filósofos, historiadores y escritores: José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors, Salvador de Madariaga, Américo Castro, Gregorio Marañón, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez.
Las características comunes que presenta este grupo tan heterogéneo son las siguientes:
Se vuelven a plantear el problema de España, al igual que los autores del 98, aunque le dan un tratamiento más intelectual y preciso. Desean que España se mire en el espejo de Europa para modernizarse.
Para ello, estos intelectuales viajan frecuentemente y tratan de incorporar o divulgar los avances científicos o filosóficos que se producen. Todos son universitarios con vocación política. Se acercan al poder para intentar impulsar un cambio real y efectivo en España. Algunos de ellos impulsaron el advenimiento de la II República: Ortega y Gasset, Marañón, Manuel Azaña o Salvador de Madariaga.
Comparten un estilo brillante y perfeccionista. Buscan la rigurosidad y la obra bien hecha. Desvinculan el arte de la vida, y lo convierten en arte deshumanizado (denominación de Ortega y Gasset). Desarrollan una prosa de gran perfección formal.
En este apartado desarrollaremos sólo a aquellos autores novecentistas que destacan por su producción novelesca. Los demás son fundamentalmente ensayistas, por lo que los estudiaremos en el capítulo El ensayo español en el siglo XX.
Gabriel Miró (Alicante, 1879 – Madrid, 1930)
Su prosa destaca principalmente por la utilización de la descripción. Esta técnica enlaza con la actitud contemplativa del autor, que muestra una gran maestría en la narración de los valores sensoriales del paisaje. Describe el color y la luz de un lugar concreto, y también el olor e incluso el sabor de los alimentos, con lo que el lector se siente transportado a un mundo pleno de sensaciones. Además de la descripción, el lirismo y una tristeza vaga son otros dos elementos que deben ser tenidos en cuenta en su obra. A través del paisaje, Miró expresa sus sentimientos y expone sus preocupaciones íntimas. El paisaje, especialmente el alicantino, se convierte así en un vehículo privilegiado de expresión.
Las novelas más conocidas de Gabriel Miró son Las cerezas del cementerio (1910), Nuestro Padre San Daniel (1921) y su continuación El obispo leproso (1926). El resto de su obra está formada por obras que prácticamente carecen de argumento y se convierten en cuadros descriptivos y evocaciones del paisaje y de las personas: El libro de Sigüenza (1917), Figuras de la Pasión del Señor (1917), El humo dormido (1919) y Años y leguas (1928).
Ramón Pérez de Ayala (1880, Oviedo – 1962, Madrid)
Este autor mezcla magistralmente en sus novelas los elementos locales de su Asturias natal con lo extranjero. Residió varios años en Inglaterra como Embajador de España, lo cual le proporcionó un conocimiento directo de la civilización europea, de ahí su intento por adaptar estas innovaciones a la cultura española. Se trata de un novelista intelectual, erudito, meticuloso en lo que a la forma se refiere, clásico y elegante, con ingredientes de ironía y humor. Los personajes encarnan los conceptos e ideas del autor, por lo que es frecuente que el desarrollo del argumento se detenga para dar paso a reflexiones sobre el arte y las cosas. Ramón Pérez de Ayala es un narrador tolerante, que justifica en sus novelas cualquier actitud siempre que esté de acuerdo con la naturaleza del que la adopta. Además, muestra un gran interés por el análisis psicológico de los personajes, a los que disecciona espiritualmente frente al lector.
Entre las novelas de la primera época destaca Troteras y danzaderas (1913), situada en el Madrid bohemio de principios de siglo. Son relatos costumbristas y satíricos, con un toque común de pesimismo muy cercano a las preocupaciones de los autores del 98. Otros títulos son Tinieblas en las cumbres (1907), A. M. D. G. (1910) y La pata de la raposa (1912).
Las novelas de la segunda época son más simbólicas y abstractas. La ideología pasa al primer plano, así como la reflexión por parte del autor: Belarmino y Apolonio (1921), Los trabajos de Urbano y Simona (1923), Tigre Juan (1926) y El curandero de su honra (1928).
Ramón Gómez de la Serna (1891-1963)
Autor inclasificable, cultivó todos los géneros, además de inventar uno: la greguería (definida por él mismo como ‘metáfora + humor’), y sirve como puente entre el Novecentismo y los movimientos de vanguardia. Siempre intentó renovar y ser original estéticamente, así como contemplar las cosas desde los ángulos más insólitos. En su intento por desmoronar el relato clásico, introduce en sus novelas imágenes, metáforas y continuos juegos de palabras. Su producción novelística es muy extensa y de temática variadísima: El torero Caracho (1926), Seis falsas novelas (1927) o El caballero del hongo gris (1928). Los llamados dramas fantásticos son una mezcla de novela y obra de teatro: El drama del palacio deshabitado (1909), La utopía (1909) o El lunático (1912). Escribe biografías como Goya (1928) o Azorín (1930), además de su autobiografía, titulada Automoribundia (1948).
La novela deshumanizada
A raíz de la labor realizada por los autores novecentistas, especialmente Ortega y Gasset y su Revista de Occidente, surge un grupo de autores preocupados más por el arte que por los problemas humanos. Ortega consideraba que, ya que la novela estaba agotada como género, había que insistir en otros aspectos. Además de la Revista de Occidente, las colecciones “Nova Novorum”, perteneciente a la misma Revista de Occidente, y “Valores actuales”, de la editorial Ulises, sirvieron como rampa de lanzamiento para los siguientes autores: Valentín Andrés Álvarez, Francisco Ayala, Benjamín Jarnés, Antonio Obregón, Esteban Salazar y Pedro Salinas.
La novela social
Frente a la novela deshumanizada, surge a partir de los años 30 un movimiento que reclama la rehumanización del arte, la vuelta a las preocupaciones humanas. La novela El nuevo romanticismo (1930) de José Díaz Fernández será el detonante de esta nueva literatura. Hechos históricos contemporáneos a estos autores, tales como la Revolución Soviética, la I Guerra Mundial o la guerra de Marruecos, motivaron que estos escritores tomaran conciencia de la realidad y sintieran la necesidad de denunciar aquellos aspectos más rechazables de la sociedad. Los temas giran en torno a la guerra de Marruecos y la situación de los obreros y campesinos, con lo que a veces estas novelas se convierten en reportajes sociales.
José Díaz Fernández (1898-1940)
Publica El blocao en 1928, que se convierte en una de las primeras obras de este género. La publicación corre a cargo de la editorial Historia Nueva, que contribuye a la consolidación del género con la colección “La Novela Social”. Junto a la novela de Díaz Fernández, en el mismo año aparecen Plantel de inválidos, del peruano César Falcón, y El suicidio del príncipe Ariel, de J. A. Balbontín.
Ramón J. Sender (1902-1982)
Es el principal autor de esta corriente. Con Imán (1930) apuntala el género que estaba naciendo. Tiene una gran cantidad de títulos, entre los que destacan especialmente Mr. Witt en el Cantón, que fue Premio Nacional de Literatura en 1935, Crónica del alba (1942) y Réquiem por un campesino español (1960). La preocupación por la denuncia social y el intento por mostrar la realidad tal y
como es son dos elementos comunes a la mayoría de las novelas de este autor. César Muñoz Arconada (1900-1964) Militante comunista y redactor jefe de La Gaceta Literaria, escribió novelas sobre tema campesino como La turbina (1930) o Los pobres contra los ricos (1933).
La narración realista decimonónica
La importancia que la novela realista adquirió en la segunda mitad del siglo XIX pervivió en la obra de algunos autores empeñados en prolongarla: Ricardo León y Concha Espina. Ricardo León (1877-1943)
Estableció un puente directo entre el Realismo de Galdós o Clarín y la novela de la primera mitad del XX. En 1908 publicó su novela más exitosa, Casta de hidalgos, con la que se convirtió en uno de los autores de mayor audiencia. Los títulos que le siguieron no alcanzaron tanta popularidad: Comedia sentimental (1909) y Los centauros (1912).
Concha Espina (1877-1955)
Destaca por desarrollar una prosa tenuemente lírica, así como por sus valores estilísticos. Entre sus páginas podemos encontrar los primeros atisbos de denuncia social, aunque muy matizada por el tono de redención cristiana que utiliza la autora, un elemento común a todas sus novelas, que las convierte más en una demostración de piedad que de verdadera denuncia. En La esfinge maragata (1914) Concha Espina critica la situación discriminatoria de la mujer en León. Su mejor novela es El metal de los muertos (1920), en la que el centro temático es el conflicto laboral planteado por un grupo de mineros.
La novela humorística
Wenceslao Fernández Flórez (1884-1964)
Es uno de los pocos autores españoles dedicados casi en exclusividad a la novela de humor, aunque ese tono humorístico irá agriándose poco a poco a causa del escepticismo. Dedicó la mayor parte de su vida al periodismo, en concreto al artículo diario, lo cual le quitó el tiempo y la dedicación necesarios para la novela. De todos modos, en los últimos tiempos su obra está siendo más valorada y reconocida, con lo que puede ser considerado un autor importante de nuestra literatura. Sus primeras obras son fundamentalmente naturalistas e introducen elementos regionales gallegos, con toques eróticos y costumbristas: La procesión de los días (1914), Volvoreta (1917) y Ha entrado un ladrón (1920). Poco a poco su humor se va convirtiendo en más intelectual y crítico, con lo que las novelas de la segunda etapa se desarrollan en lugares imaginarios. Critica los prejuicios sexuales, el apego irracional a la tierra y el falso heroísmo, todo lo cual le lleva al escepticismo: El secreto de Barba Azul (1923) es una de sus mejores novelas. En ella llega a conclusiones tan negativas como que la única solución para la humanidad sería el “suicidio colectivo universal”. A esta época corresponden títulos como Relato inmoral (1928) y El malvado Carabel (1930). A su última etapa corresponde el título más conocido de cuantos escribió Fernández Flórez: El bosque animado (1944). Situada en el bosque de San Salvador de Cecebre, cerca de La Coruña, se trata de una novela de difícil clasificación, impregnada toda ella por un rico simbolismo gallego.
José Carlos Carrillo Martínez

LA NARRATIVA

La narrativa o épica, entendida como la atención que el escritor presta a lo que ocurre fuera de él para intentar transmitirlo de la manera más objetiva posible, con más o menos imparcialidad, es uno de los géneros literarios, junto a la lírica, la dramática y el ensayo, que conforman cada uno de los distintos grupos en que pueden ser clasificadas las obras literarias atendiendo a determinadas características comunes.
La épica o narrativa suele presentarse en prosa (salvo casos como los romances o los cantares de gesta, escritos en verso), sobre todo en los últimos tiempos. Subgéneros narrativos en prosa Los más importantes son:
1.El cuento: suele ser un relato breve, con pocos personajes, una única trama y una complejidad menor que en la novela. No podemos establecer los límites exactos del cuento. Cuando hablamos de brevedad, nos referimos a que su extensión es menor que la de una novela. Por ello, contamos con un subgénero híbrido entre el cuento y la novela: la novela corta, con una extensión intermedia entre lo breve y lo muy extenso. Tradicionalmente los cuentos se han transmitido de manera oral de generación en generación. Estos cuentos populares solían contar con un final didáctico o moralizante (por ejemplo, El conde Lucanor, de don Juan Manuel, siglo XIV). A partir, fundamentalmente, del siglo XIX, algunos autores comienzan a escribir relatos breves con finalidad artística, aunque sin pretensiones moralizantes. La mayoría de estos cuentos literarios (sin tradición popular) están dirigidos a un público adulto y cuentan con una gran concentración de la acción y los personajes (por ejemplo, los cuentos de Edgar Allan Poe o las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer).
2.La novela: suele tener una extensión y complejidad mayores que el cuento. Se caracteriza por la libertad: este subgénero no tiene límites y puede contener desde diálogos con clara intención dramática o teatral hasta fragmentos líricos o descriptivos. Los subgéneros novelescos son numerosísimos: novela histórica, de aventuras, rosa, policíaca, de acción, negra, psicológica, de caballerías, de amor, de tesis, social... La única condición es que esté escrita en prosa y que en ella intervengan unos personajes sobre los que se nos diga algo. Actualmente, la novela es el principal de los subgéneros literarios. La mayoría de los lectores sólo leen novelas, lo cual se ve favorecido por un potente mercado editorial que en los últimos tiempos se ha volcado con esta modalidad literaria.
La acción
Por acción entendemos la historia que se va desarrollando ante nuestros ojos a medida que leemos la novela. En una narración se suelen suceder varias acciones a la vez, las primarias y las secundarias, que, entretejidas entre sí, forman el cuerpo de la novela o argumento. Es importante que las acciones sucesivas sean verosímiles o creíbles, es decir, deben desarrollarse dentro de la lógica interna de la novela. Asimismo, el autor debe cuidarse de no caer en contradicciones argumentales para que la acción avance sin problemas. El orden de la acción, desde un punto de vista clásico, suele responder a la siguiente estructura interna:
Planteamiento: es la presentación de los personajes y el establecimiento de la acción que se va a desarrollar. Además, se expone el marco temporal y espacial en que se situará la historia. Nudo o desarrollo: la situación expuesta en el planteamiento comienza a evolucionar, es decir, se desarrolla el conflicto en el que se verán inmersos los personajes. En la novela suele haber un conflicto principal y otros secundarios que dependen, en mayor o menor medida, de aquél.
Desenlace: es la resolución del conflicto y el final de los sucesos que se han planteado. Puede ser
positivo y alegre, neutro, o negativo y desgraciado. De todos modos, y sobre todo desde la renovación de la novela a partir de mediados del siglo XX, es habitual que esta estructura se vea truncada:
In medias res o principio abrupto: consiste en iniciar la acción cuanto esta se encuentra en pleno desarrollo, sin haber presentado previamente a los personajes.
Estructura inversa: el autor adelanta el desenlace de la novela en las primeras páginas de la misma, y posteriormente se dedica a contar cómo los acontecimientos evolucionan hasta llegar a ese final. Final abierto: la historia no termina de resolverse, ni positiva ni negativamente, de manera que el lector percibe la sensación de que la acción se extiende más allá de los límites de la novela.
El tiempo El desarrollo argumental de una narración suele evolucionar a través del tiempo. Este tiempo de la novela no tiene por qué presentarse de manera lineal u ordenada, sino que puede ser alterado libremente por el autor con finalidad estilística, argumental o estructural. Esta técnica consistente en alterar el orden lógico de la narración se denomina temporalización anacrónica, y cuenta con dos recursos:
Analepsis o retrospección (flash-back): es un salto hacia atrás en el tiempo de la historia. Prolepsis o anticipación (flash-forward): el autor adelanta acciones que aún no se han producido en el relato primario de la novela, es decir, se trata de un salto hacia delante.
En relación con el tiempo en la novela no podemos olvidar el concepto duración. Un acontecimiento puede durar lo mismo en una narración que en la vida real, pero también puede ser resumido de manera que, por ejemplo, varios años transcurran en pocas páginas, o dilatado en el tiempo, y así un hecho mínimo puede ser descrito y analizado con detenimiento abarcando un gran número de páginas.
El espacio
La situación física en que se encuentran los personajes es uno de los recursos principales que los autores utilizan para contextualizar las historias narrativas. Una novela se puede desarrollar en un lugar o en varios, en espacios interiores o exteriores, rurales o urbanos, con los siguientes fines:
dar credibilidad a la historia, contextualizar a los personajes, producir efectos ambientales y simbólicos.
Los novelistas se suelen valer de la técnica de la descripción para presentar los espacios. Durante el movimiento literario realista del siglo XIX la descripción y el análisis de los espacios alcanzaron prácticamente la misma importancia que la historia narrada. En la literatura actual se muestra el espacio a través de los ojos de los personajes o del narrador.
Los personajes Los personajes son las personas, reales o ficticias, que desarrollan la acción narrada por el novelista. Los personajes principales o centrales son denominados protagonistas, mientras que los demás son secundarios. Es fundamental que el narrador ofrezca al lector una caracterización de los personajes, que puede ser:
Física: se describe el aspecto y el modo de vestir. Psicológica: cómo piensan, qué opinan ante la realidad circundante, cómo se comportan. Mixta: es una mezcla de las dos anteriores. Esta técnica se denomina retrato.
En una novela hay varios tipos de personajes: Agente de la acción: lleva el peso del desarrollo argumental y es el centro de atención de la historia narrada. Elemento decorativo: no aporta nada fundamental a la acción, sino que su función se limita a dar credibilidad a las acciones que le suceden al protagonista. Suelen formar parte de las escenas de grupo. Portavoz de la ideología del autor: a través de un personaje, que puede ser protagonista o secundario, el narrador se introduce intelectualmente en la acción y aporta su punto de vista personal al desarrollo argumental.
Los personajes de una novela se pueden presentar ante el lector de distintos modos: Por sí mismos. Este recurso suele aparecer en las novelas autobiográficas. A través de otro personaje. A través del narrador.
De forma mixta, combinando las tres formas anteriores.
El narrador
Por narrador se entiende la voz que cuenta lo que sucede en la novela. El autor puede narrar los hechos directamente, o bien elegir a un personaje que, con más o menos protagonismo, vaya contando desde dentro la historia. Además, en una misma narración puede haber distintos tipos de narradores, es decir, voces diversas que aportan puntos de vista distintos. Veamos más detenidamente cada uno de los tipos de narrador que hemos mencionado:
Narrador omnisciente: suele corresponderse con la voz del autor, que nos cuenta todo lo que los personajes hacen, dicen o piensan. El narrador omnisciente no justifica por qué conoce todos los datos que aporta, y el lector acepta esa voz que todo lo sabe como la voz del autor. Narrador personaje: en ocasiones, la historia es narrada por uno de sus personajes, aunque hemos de diferenciar entre el narrador-protagonista y el narrador-secundario. En el primer caso, la narración suele ser autobiográfica, ya que el narrador-protagonista se sitúa como centro de la acción y relata los hechos desde su propio punto de vista. En el segundo caso, el narrador-secundario es espectador de la acción, y la presenta según su mayor o menor proximidad a los protagonistas. Estos narradores- personajes no suelen ser omniscientes, sino que sólo cuentan aquello que conocen por experiencia propia o por conocimiento ajeno.
A partir de la renovación de la novela a mediados del siglo XX, cada vez son más frecuentes las novelas en las que intervienen distintas visiones de los personajes que están involucrados en la acción, en lo que puede denominarse narración colectiva. Un mismo hacho es narrado por varios personajes distintos, con lo que el lector obtiene una visión completa y diversa de la historia, enriquecida por puntos de vista diferentes.
En ocasiones, el autor de una novela no dirige su historia directamente al lector, sino a un personaje de ficción. Este personaje recibe el nombre de narratario.
José Carlos Carrillo Martínez

martes, 1 de marzo de 2011

La novela en España en el siglo XX hasta 1939

Aspectos generales
POSMODERNISTAS O VANGUARDISTAS:
RAMÓN PÉREZ DE AYALA: Tigre juan, Troteras y danzaderas.
RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA: Doctor inverosímil, Seis falsas novelas.
GABRIEL MIRÓ: El obispo leproso, Las cerezas del cementerio, Figuras de la pasión.

NOVENTAYOCHISTAS:
VALLE INCLÁN:
. MODERNISTA: Sonatas (primavera, estío, otoño, invierno)
. GUERRA CARLISTA: Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera, Gerifaltes de antaño.
. ESPERPENTO: RUEDO IBÉRICO: La corte, de los milagros, Viva mi dueño, Baza de espadas, Tirano banderas.
PÍO BAROJA:
Memorias de un hombre de acción
TRILOGÍAS. La lucha por la vida (La busca, Mala hierba, Aurora roja). La vida fantástica (Inventos, aventuras y mixtificaciones de Silvestre Paradox, Paradox rey). La raza (La dama errante, La ciudad de la niebla, El árbol de la ciencia). Las ciudades (César o nada, El mundo es ansí, La sensualidad pervertida). El mar (Las inquietudes de Shanti Andía, El laberinto de las sirenas, Los pilotos de altura).
UNAMUNO:
NÍVOLAS. Niebla. Amor y pedagogía, Abel sánchez, San Manuel Bueno, mártir, Siete novelas y un prólogo.
AZORÍN: La voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo.

miércoles, 23 de febrero de 2011

MIGUEL



http://www.miguelhernandezvirtual.com/xml/
http://www.mhernandez.narod.ru/poesia.htm
http://amediavoz.com/hernandez.htm
http://www.youtube.com/watch?v=S1B5TUyp0Zc
http://www.youtube.com/watch?v=vKPhKUCcIQc

jueves, 3 de febrero de 2011

GENERACIÓN DEL 27






http://www.youtube.com/watch?v=VQD_Gd0Low0
http://www.youtube.com/watch?v=BS4NV9OXvkU
http://www.youtube.com/watch?v=cEWSHDjUQVQ&feature=related

1ªENTREGA:
CARACTERÍSTICAS DE LA LLAMADA GENERACIÓN
DEL 27


La denominación y los autores del grupo
La denominación de este grupo de poetas (autores del 27) ha sido motivo de polémica durante mucho tiempo. Hoy se acepta generalmente la etiqueta Generación del 27 o Grupo del 27. Los autores que forman esta etapa dorada de nuestras letras han recibido otras muchas denominaciones; sin embargo,Generación o Grupo del 27 ha triunfado porque recoge el interés de estos autores por la recuperación de un poeta prácticamente olvidado a principios del siglo XX: Luis de Góngora y Argote. Un rasgo que destaca dentro de la poética de este grupo es la atención que prestan a todas las innovaciones aportadas por las vanguardias artísticas, así como la atención preferente a la historia de nuestra literatura. En 1927 se cumplieron trescientos años de la muerte de Góngora, y por este motivo varios poetas se reunieron en el Ateneo de Sevilla para rendirle un homenaje. Este hecho generacional puede ser considerado el punto de unión de un gran número de autores, entre los cuales no se destaca hoy a más de ocho o diez, aunque el grupo pudo estar compuesto en sus orígenes por más de veinte poetas, como veremos.
Góngora, convertido en el emblema de la renovación esteticista y neobarroca, fue recuperado y valorado en su justa medida. De hecho, hoy en día es uno de los principales poetas de la literatura española, lo cual se debe, en gran medida, a los autores del 27. De todos modos, estos poetas no fueron los primeros en reclamar la figura de Góngora. Rubén Darío, el gran poeta modernista, publicó en La Ilustración Española y Americana (Madrid, 15 de junio de 1899) dos sonetos dedicados a Góngora en forma epistolar. El primero se titula “De D. Luis de Góngora y Argote a D. Diego de Silva Velázquez” y el segundo “De D. Diego de Silva Velázquez a D. Luis de Góngora y Argote”. Se trata de dos supuestas cartas enviadas entre los dos genios de la literatura y de la pintura, en una especie de intento por parte de Darío de alabar y ensalzar la figura de ambos, especialmente la de Góngora. Estos sonetos fueron incluidos posteriormente en Cantos de vida y esperanza (1905).
La nómina de autores del 27 es muy amplia. Los poetas de primera línea o más importantes son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. Hay dos autores que, sin ser de los más importantes, pueden ser citados como autores secundarios: Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Por último, encontramos poetas cuya adscripción al 27 es más problemática por causas diversas, aunque indudablemente formaron parte de la gran eclosión de nuestra poesía en el primer tercio del siglo XX: Juan José Domenchina, León Felipe, Juan Chabás, Pedro Garfias, José María Hinojosa, Antonio Espina, Juan Larrea y Miguel Hernández.
Si en la Generación del 98 fue fundamental el papel que Azorín desempeñó para aglutinar al grupo a través de unos artículos publicados en el diario ABC, en la Generación del 27 ese papel correspondió a Gerardo Diego. Él fue el organizador del homenaje a Góngora en el tercer centenario de su muerte, pero mayor trascendencia tuvo la publicación en 1932 de Poesía española. Antología, 1915-1931. Se trata de una antología de poesía más o menos inédita que el propio autor reunió. Aparecen los siguientes autores: Unamuno, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa, Salinas, Guillén, Dámaso Alonso, el propio Gerardo Diego, García Lorca, Alberti, Villalón, Prados, Cernuda, Altolaguirre, Aleixandre y Larrea. Como vemos, aparecen la mayoría de los autores del 27, además de algunos del 98 y otros modernistas. Gerardo Diego se había propuesto recoger los mejores ejemplos de poesía del periodo que indica en el título (entre 1915 y 1931), y no podemos olvidar que cuando los autores del 27 iniciaban su carrera literaria, los miembros de la Generación del 98 y algunos de los modernistas estaban en plena efervescencia creativa, de ahí la coincidencia de nombres tan importantes. En 1934 Gerardo Diego publicó una nueva edición de esta obra, titulada ahora Poesía española. Antología. Contemporáneos. El autor incluye algunos poetas, como Rubén Darío, y desaparecen otros, como Juan Ramón Jiménez, que se había disgustado a causa de algunas críticas que había recibido su poesía por parte de José Bergamín. Las dos antologías de Gerardo Diego deben ser consideradas como la reunión y compendio de la mejor poesía del primer tercio del siglo XX, así como la fijación de los autores que forman la Generación del 27.
Contactos entre los miembros del grupo
Todos los autores del 27 procedían de la alta burguesía y la mayoría se encontraron en la conocida Residencia de Estudiantes de Madrid, dependiente del programa de investigación de la Junta de Ampliación de Estudios y el Centro de Estudios Históricos. Se trataba de una institución cultural de primer orden en el que los jóvenes autores artísticos se encontraban bajo la supervisión de los intelectuales más importantes del momento, como Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Juan Ramón Jiménez o José Ortega y Gasset. Además de los poetas del 27, en la Residencia coincidieron artistas como Salvador Dalí o Luis Buñuel, de ahí sus posteriores colaboraciones en proyectos cinematográficos, pictóricos o poéticos.
El homenaje a Góngora puede ser considerado el acto central para la formación del grupo. El poeta francés Mallarmé ya había demostrado su interés por Góngora, así como Rubén Darío. Federico García Lorca recogió este interés en su conferencia titulada “La imagen poética de Góngora”, en la que negó la oposición entre lo popular y lo culto en la poesía del poeta cordobés y reclamó una lírica libre de las amarras realistas, basada en la metáfora y la creación sin ataduras.
La colaboración de los autores del 27 en las mismas revistas literarias es otro hecho que debe ser tenido en cuenta. Alrededor de 1927 las revistas más importantes eran: Mediodía, Litoral, Papel de Aleluyas, Carmen, Verso y Prosa, La Gaceta Literaria, Gallo, Manantial y Meseta.

Etapas de la Generación
Nos encontramos ante otro aspecto que ha resultado polémico a lo largo de los años, prácticamente desde el inicio de la actividad de los poetas de esta etapa literaria, puesto que diferenciar unas etapas comunes concernientes a autores tan diversos es complicado.
Luis Cernuda (1957), en un ensayo titulado “Generación de 1925” (incluido en Estudios sobre poesía española contemporánea), establece cuatro etapas en la poesía del grupo entre 1918 y 1936:
Predilección por la metáfora.
Actitud clasicista.
Influencia gongorina.
Contacto con el surrealismo.
En los últimos años se ha impuesto la siguiente separación de las etapas de la Generación, que aúna lo cronológico a lo estético:
1.Hasta 1927. Influjo de las primeras vanguardias. Tonos becquerianos y modernistas. Poesía pura.
2.Desde 1927 hasta 1936. La lírica se rehumaniza. Aparece el Manifiesto por una poesía sin pureza en la revista Caballo verde para la poesía, fundada por Pablo Neruda.
3.Después de la guerra. El grupo se dispersa y podemos considerar que la Guerra Civil Española marcó el fin de la Generación como tal. Lorca murió asesinado; Salinas, Guillén, Cernuda y Alberti tuvieron que exiliarse; Alonso, Aleixandre y Diego permanecieron en España. Cada autor siguió un camino personal y estético, y los lazos que existían entre los autores de la Generación se rompieron bruscamente. Por tanto, la guerra puede ser considerada el elemento disgregador del grupo.

Influencias
Las influencias que los autores del 27 reciben en sus obras son variadas y muy diversas. Vamos a citar las más importantes:
El Futurismo no influye demasiado en los miembros de la Generación del 27, aunque podemos destacar a algunos de ellos, como Pedro Salinas y Rafael Alberti.
El Creacionismo, movimiento literario de vanguardia desarrollado por Huidobro, tiene como principal representante dentro de este grupo a Gerardo Diego, que en algunos de sus poemas (“Imagen”, 1922) se plantea la necesidad de crear una nueva realidad, ajena por completo al mundo sensible. Las palabras se convierten en el centro de atención, no su significado.
El Ultraísmo se propone captar el mundo a través de percepciones fragmentarias e imágenes ilógicas. La revista Grecia acoge este ismo partir de la publicación en 1919 del Manifiesto Ultra.
El Surrealismo influye prácticamente sobre todos los miembros de la Generación. Llega a finales de la década de 1920 y es acogido por un gran número de poetas. La expresión del mundo subconsciente, de los elementos oníricos y de las visiones aparece frecuentemente en la obra de Lorca, Alberti, Aleixandre o Cernuda. La poesía gana en libertad –tanto temática como formal– y vuelve a los contenidos humanos. Gracias al Surrealismo, la poesía de los años 30 de desarrolla plenamente.
Entre las influencias sobre los autores del 27, hemos de mencionar a dos poetas que por entonces ya estaban completamente consagrados: Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. Ambos son tomados como modelos y son admirados y respetados, a pesar de la diferente concepción estética que plasman en sus obras. Además, los franceses Valéry y Mallarmé; el gran introductor de las vanguardias en España, Ramón Gómez de la Serna; el líder de la Generación del 98, Miguel de Unamuno; el gran ensayista y filósofo José Ortega y Gasset.
A pesar de que las vanguardias propugnaran la ruptura absoluta con todo el arte anterior a ellas, los autores del 27, aun aprovechándose de las innovaciones que aportaron los ismos, prefirieron fijarse en lo mejor de nuestra literatura. Así, admiraron a Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Lope de Vega o Quevedo. De Rubén Darío tomaron el valor plástico de la lengua y de Gustavo Adolfo Bécquer el tratamiento aparentemente sencillo de los temas y las formas poéticas. Además, autores como Alberti o Lorca se inspiraron en la poesía popular española –romances y cancioncillas breves-, aunque le dieron un tratamiento culto, denominado neopopularismo.
Con todo esto, podemos precisar las principales tendencias de los poetas del 27 de una manera muy general, teniendo en cuenta que ningún autor de los del 27 se conformó con un solo estilo en su poesía, ya que todos fueron evolucionando:
Poesía neopopular: Rafael Alberti y Federico García Lorca.
Poesía pura: Jorge Guillén.
Poesía neorromántica: Pedro Salinas.
Poesía surrealista: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda.

Características de la poesía de la Generación del 27
Intentan la renovación estética de nuestra poesía. Para ello, toman las innovaciones que aportan las vanguardias, aunque sin olvidar la importancia de la tradición literaria española.
En sus poemas, cuidan y renuevan la forma a través de la utilización de léxico culto, palabras coloquiales, términos alejados hasta entonces de la poesía, etc.
La metáfora se convierte en el recurso literario más importante. Se trata de una figura muy adecuada para expresar los contenidos surrealistas.
En cuanto a la métrica, utilizaron estrofas clásicas como el soneto, el romance o el villancico, pero también innovaron con la utilización de versos blancos, versos libres y versículos. En cualquier caso, la libertad métrica es uno de los rasgos característicos de este grupo.
Evolucionan desde el punto de vista temático. Al principio la preocupación principal era la forma del poema, el arte por el arte, pero poco a poco (bajo la influencia del Surrealismo) los autores del 27 desarrollan una poesía humanizada, más preocupada por el dolor, la alegría o los recuerdos. La Guerra Civil acentúa esta visión humanizada de la poesía, hasta el punto de que muchos autores se decantan por los temas comprometidos. Observamos que un autor como Alberti, por ejemplo, pasará de la poesía aséptica y pura de Marinero en tierra (1924) al compromiso más profundo en El poeta en la calle (1936).

Los autores del 27
Pedro Salinas (1892-1951)
Ha sido calificado como el poeta del amor de la Generación del 27. Nació en Madrid y estudió Filosofía y Letras y Derecho. En plena juventud fue catedrático de Literatura en las universidades de Sevilla y Murcia y lector de español en La Sorbona y Cambridge. Durante la República desempeñó el cargo de secretario de la Universidad Internacional de Verano de La Magdalena (Santander). A raíz de la Guerra Civil, se exilió y continuó con su labor de profesor en Estados Unidos y Puerto Rico. Falleció en Boston.
Pedro Salinas no destaca sólo como poeta, sino también como crítico y estudioso de la literatura, con importantes ensayos como los dedicados a Jorge Manrique y a Rubén Darío o los trabajos reunidos en Literatura española. Siglo XX (1949) y Ensayos de literatura hispánica (1958).
La mayor parte de su poesía tiene como tema principal el amor. En la poesía de Salinas se nota una sensibilidad especial, así como una sinceridad cierta y no fingida. Sus poemas suelen ser cortos y prescinden frecuentemente de la rima. Consigue el ritmo mediante la repetición de palabras o estructuras sintácticas.
Presagios (1923) es su primera obra, que junto a Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1932) forman un primer bloque dentro de su obra. Se perciben las influencias del Romanticismo de Bécquer, de Juan Ramón Jiménez, y de los movimientos de vanguardia, como el Futurismo o el Ultraísmo. El autor establece un diálogo continuo entre su yo y un tú imaginario, que representa tanto a las cosas como a otra persona.
La voz a ti debida (1934) y Razón de amor (1936) son las dos grandes obras de Salinas. El tema fundamental es el amor, que lo impregna todo. De nuevo aparece el yo y el tú en un diálogo íntimo que atrapa misteriosamente al lector. Los poemas, breves, son aparentemente sencillos. El lenguaje de Salinas es casi coloquial y contribuye a demostrar la autenticidad que lleva al autor a escribir.
En su exilio americano compone sus dos últimas grandes obras: El contemplado (1946) y Todo más claro (1949). La evolución temática es plena en Salinas: de los poemas de amor pasa a la desesperación y la desolación por la situación de España, inmersa en las terribles consecuencias de la guerra. Expresa su situación personal como exiliado y no olvida el estado en el que se encuentra el mundo que le rodea.

José Carlos Carrillo Martínez

sábado, 15 de enero de 2011

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ






JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

SOBRE LAS ETAPAS DE SU POESÍA:Juan Ramón reelabora continuamente su producción. Son constantes también sus reflexiones sobre su propia poesía. Realiza dos clasificaciones muy conocidas:
En 1916, en Eternidades ("Vino, primero, pura..."), divide su obra en cuatro etapas: Poesía pura; etapa modernista; progresiva simplificación y poesía desnuda.
Más adelante, divide toda su obra en tres grandes etapas: Etapa sensitiva (hasta 1916, fecha de Diario de un poeta recién casado); Etapa intelectual (1916-1936) y Etapa suficiente (Animal de fondo, Dios deseado y deseante).
En realidad, puede hablarse de una continuidad en su obra, de Unidad, debido a su afán revisionista.

http://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/jrj/default.htm
http://jaserrano.nom.es/JRJ/