MARIO VARGAS LLOSA

MARIO VARGAS LLOSA, PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010
"Me acuerdo de cuando empecé en esto. ¡Quién me iba a decir a mí que acabaría como he acabado! Yo jamás pensé que me ganaría la vida como escritor, jamás pen
sé siquiera que fueran a editarme un primer libro. Yo creía que la edición me la tendría que pagar yo y que lo leerían apenas un grupito de amigos".

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miércoles, 23 de febrero de 2011

MIGUEL



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jueves, 3 de febrero de 2011

GENERACIÓN DEL 27






http://www.youtube.com/watch?v=VQD_Gd0Low0
http://www.youtube.com/watch?v=BS4NV9OXvkU
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1ªENTREGA:
CARACTERÍSTICAS DE LA LLAMADA GENERACIÓN
DEL 27


La denominación y los autores del grupo
La denominación de este grupo de poetas (autores del 27) ha sido motivo de polémica durante mucho tiempo. Hoy se acepta generalmente la etiqueta Generación del 27 o Grupo del 27. Los autores que forman esta etapa dorada de nuestras letras han recibido otras muchas denominaciones; sin embargo,Generación o Grupo del 27 ha triunfado porque recoge el interés de estos autores por la recuperación de un poeta prácticamente olvidado a principios del siglo XX: Luis de Góngora y Argote. Un rasgo que destaca dentro de la poética de este grupo es la atención que prestan a todas las innovaciones aportadas por las vanguardias artísticas, así como la atención preferente a la historia de nuestra literatura. En 1927 se cumplieron trescientos años de la muerte de Góngora, y por este motivo varios poetas se reunieron en el Ateneo de Sevilla para rendirle un homenaje. Este hecho generacional puede ser considerado el punto de unión de un gran número de autores, entre los cuales no se destaca hoy a más de ocho o diez, aunque el grupo pudo estar compuesto en sus orígenes por más de veinte poetas, como veremos.
Góngora, convertido en el emblema de la renovación esteticista y neobarroca, fue recuperado y valorado en su justa medida. De hecho, hoy en día es uno de los principales poetas de la literatura española, lo cual se debe, en gran medida, a los autores del 27. De todos modos, estos poetas no fueron los primeros en reclamar la figura de Góngora. Rubén Darío, el gran poeta modernista, publicó en La Ilustración Española y Americana (Madrid, 15 de junio de 1899) dos sonetos dedicados a Góngora en forma epistolar. El primero se titula “De D. Luis de Góngora y Argote a D. Diego de Silva Velázquez” y el segundo “De D. Diego de Silva Velázquez a D. Luis de Góngora y Argote”. Se trata de dos supuestas cartas enviadas entre los dos genios de la literatura y de la pintura, en una especie de intento por parte de Darío de alabar y ensalzar la figura de ambos, especialmente la de Góngora. Estos sonetos fueron incluidos posteriormente en Cantos de vida y esperanza (1905).
La nómina de autores del 27 es muy amplia. Los poetas de primera línea o más importantes son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. Hay dos autores que, sin ser de los más importantes, pueden ser citados como autores secundarios: Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Por último, encontramos poetas cuya adscripción al 27 es más problemática por causas diversas, aunque indudablemente formaron parte de la gran eclosión de nuestra poesía en el primer tercio del siglo XX: Juan José Domenchina, León Felipe, Juan Chabás, Pedro Garfias, José María Hinojosa, Antonio Espina, Juan Larrea y Miguel Hernández.
Si en la Generación del 98 fue fundamental el papel que Azorín desempeñó para aglutinar al grupo a través de unos artículos publicados en el diario ABC, en la Generación del 27 ese papel correspondió a Gerardo Diego. Él fue el organizador del homenaje a Góngora en el tercer centenario de su muerte, pero mayor trascendencia tuvo la publicación en 1932 de Poesía española. Antología, 1915-1931. Se trata de una antología de poesía más o menos inédita que el propio autor reunió. Aparecen los siguientes autores: Unamuno, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa, Salinas, Guillén, Dámaso Alonso, el propio Gerardo Diego, García Lorca, Alberti, Villalón, Prados, Cernuda, Altolaguirre, Aleixandre y Larrea. Como vemos, aparecen la mayoría de los autores del 27, además de algunos del 98 y otros modernistas. Gerardo Diego se había propuesto recoger los mejores ejemplos de poesía del periodo que indica en el título (entre 1915 y 1931), y no podemos olvidar que cuando los autores del 27 iniciaban su carrera literaria, los miembros de la Generación del 98 y algunos de los modernistas estaban en plena efervescencia creativa, de ahí la coincidencia de nombres tan importantes. En 1934 Gerardo Diego publicó una nueva edición de esta obra, titulada ahora Poesía española. Antología. Contemporáneos. El autor incluye algunos poetas, como Rubén Darío, y desaparecen otros, como Juan Ramón Jiménez, que se había disgustado a causa de algunas críticas que había recibido su poesía por parte de José Bergamín. Las dos antologías de Gerardo Diego deben ser consideradas como la reunión y compendio de la mejor poesía del primer tercio del siglo XX, así como la fijación de los autores que forman la Generación del 27.
Contactos entre los miembros del grupo
Todos los autores del 27 procedían de la alta burguesía y la mayoría se encontraron en la conocida Residencia de Estudiantes de Madrid, dependiente del programa de investigación de la Junta de Ampliación de Estudios y el Centro de Estudios Históricos. Se trataba de una institución cultural de primer orden en el que los jóvenes autores artísticos se encontraban bajo la supervisión de los intelectuales más importantes del momento, como Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Juan Ramón Jiménez o José Ortega y Gasset. Además de los poetas del 27, en la Residencia coincidieron artistas como Salvador Dalí o Luis Buñuel, de ahí sus posteriores colaboraciones en proyectos cinematográficos, pictóricos o poéticos.
El homenaje a Góngora puede ser considerado el acto central para la formación del grupo. El poeta francés Mallarmé ya había demostrado su interés por Góngora, así como Rubén Darío. Federico García Lorca recogió este interés en su conferencia titulada “La imagen poética de Góngora”, en la que negó la oposición entre lo popular y lo culto en la poesía del poeta cordobés y reclamó una lírica libre de las amarras realistas, basada en la metáfora y la creación sin ataduras.
La colaboración de los autores del 27 en las mismas revistas literarias es otro hecho que debe ser tenido en cuenta. Alrededor de 1927 las revistas más importantes eran: Mediodía, Litoral, Papel de Aleluyas, Carmen, Verso y Prosa, La Gaceta Literaria, Gallo, Manantial y Meseta.

Etapas de la Generación
Nos encontramos ante otro aspecto que ha resultado polémico a lo largo de los años, prácticamente desde el inicio de la actividad de los poetas de esta etapa literaria, puesto que diferenciar unas etapas comunes concernientes a autores tan diversos es complicado.
Luis Cernuda (1957), en un ensayo titulado “Generación de 1925” (incluido en Estudios sobre poesía española contemporánea), establece cuatro etapas en la poesía del grupo entre 1918 y 1936:
Predilección por la metáfora.
Actitud clasicista.
Influencia gongorina.
Contacto con el surrealismo.
En los últimos años se ha impuesto la siguiente separación de las etapas de la Generación, que aúna lo cronológico a lo estético:
1.Hasta 1927. Influjo de las primeras vanguardias. Tonos becquerianos y modernistas. Poesía pura.
2.Desde 1927 hasta 1936. La lírica se rehumaniza. Aparece el Manifiesto por una poesía sin pureza en la revista Caballo verde para la poesía, fundada por Pablo Neruda.
3.Después de la guerra. El grupo se dispersa y podemos considerar que la Guerra Civil Española marcó el fin de la Generación como tal. Lorca murió asesinado; Salinas, Guillén, Cernuda y Alberti tuvieron que exiliarse; Alonso, Aleixandre y Diego permanecieron en España. Cada autor siguió un camino personal y estético, y los lazos que existían entre los autores de la Generación se rompieron bruscamente. Por tanto, la guerra puede ser considerada el elemento disgregador del grupo.

Influencias
Las influencias que los autores del 27 reciben en sus obras son variadas y muy diversas. Vamos a citar las más importantes:
El Futurismo no influye demasiado en los miembros de la Generación del 27, aunque podemos destacar a algunos de ellos, como Pedro Salinas y Rafael Alberti.
El Creacionismo, movimiento literario de vanguardia desarrollado por Huidobro, tiene como principal representante dentro de este grupo a Gerardo Diego, que en algunos de sus poemas (“Imagen”, 1922) se plantea la necesidad de crear una nueva realidad, ajena por completo al mundo sensible. Las palabras se convierten en el centro de atención, no su significado.
El Ultraísmo se propone captar el mundo a través de percepciones fragmentarias e imágenes ilógicas. La revista Grecia acoge este ismo partir de la publicación en 1919 del Manifiesto Ultra.
El Surrealismo influye prácticamente sobre todos los miembros de la Generación. Llega a finales de la década de 1920 y es acogido por un gran número de poetas. La expresión del mundo subconsciente, de los elementos oníricos y de las visiones aparece frecuentemente en la obra de Lorca, Alberti, Aleixandre o Cernuda. La poesía gana en libertad –tanto temática como formal– y vuelve a los contenidos humanos. Gracias al Surrealismo, la poesía de los años 30 de desarrolla plenamente.
Entre las influencias sobre los autores del 27, hemos de mencionar a dos poetas que por entonces ya estaban completamente consagrados: Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. Ambos son tomados como modelos y son admirados y respetados, a pesar de la diferente concepción estética que plasman en sus obras. Además, los franceses Valéry y Mallarmé; el gran introductor de las vanguardias en España, Ramón Gómez de la Serna; el líder de la Generación del 98, Miguel de Unamuno; el gran ensayista y filósofo José Ortega y Gasset.
A pesar de que las vanguardias propugnaran la ruptura absoluta con todo el arte anterior a ellas, los autores del 27, aun aprovechándose de las innovaciones que aportaron los ismos, prefirieron fijarse en lo mejor de nuestra literatura. Así, admiraron a Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Lope de Vega o Quevedo. De Rubén Darío tomaron el valor plástico de la lengua y de Gustavo Adolfo Bécquer el tratamiento aparentemente sencillo de los temas y las formas poéticas. Además, autores como Alberti o Lorca se inspiraron en la poesía popular española –romances y cancioncillas breves-, aunque le dieron un tratamiento culto, denominado neopopularismo.
Con todo esto, podemos precisar las principales tendencias de los poetas del 27 de una manera muy general, teniendo en cuenta que ningún autor de los del 27 se conformó con un solo estilo en su poesía, ya que todos fueron evolucionando:
Poesía neopopular: Rafael Alberti y Federico García Lorca.
Poesía pura: Jorge Guillén.
Poesía neorromántica: Pedro Salinas.
Poesía surrealista: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda.

Características de la poesía de la Generación del 27
Intentan la renovación estética de nuestra poesía. Para ello, toman las innovaciones que aportan las vanguardias, aunque sin olvidar la importancia de la tradición literaria española.
En sus poemas, cuidan y renuevan la forma a través de la utilización de léxico culto, palabras coloquiales, términos alejados hasta entonces de la poesía, etc.
La metáfora se convierte en el recurso literario más importante. Se trata de una figura muy adecuada para expresar los contenidos surrealistas.
En cuanto a la métrica, utilizaron estrofas clásicas como el soneto, el romance o el villancico, pero también innovaron con la utilización de versos blancos, versos libres y versículos. En cualquier caso, la libertad métrica es uno de los rasgos característicos de este grupo.
Evolucionan desde el punto de vista temático. Al principio la preocupación principal era la forma del poema, el arte por el arte, pero poco a poco (bajo la influencia del Surrealismo) los autores del 27 desarrollan una poesía humanizada, más preocupada por el dolor, la alegría o los recuerdos. La Guerra Civil acentúa esta visión humanizada de la poesía, hasta el punto de que muchos autores se decantan por los temas comprometidos. Observamos que un autor como Alberti, por ejemplo, pasará de la poesía aséptica y pura de Marinero en tierra (1924) al compromiso más profundo en El poeta en la calle (1936).

Los autores del 27
Pedro Salinas (1892-1951)
Ha sido calificado como el poeta del amor de la Generación del 27. Nació en Madrid y estudió Filosofía y Letras y Derecho. En plena juventud fue catedrático de Literatura en las universidades de Sevilla y Murcia y lector de español en La Sorbona y Cambridge. Durante la República desempeñó el cargo de secretario de la Universidad Internacional de Verano de La Magdalena (Santander). A raíz de la Guerra Civil, se exilió y continuó con su labor de profesor en Estados Unidos y Puerto Rico. Falleció en Boston.
Pedro Salinas no destaca sólo como poeta, sino también como crítico y estudioso de la literatura, con importantes ensayos como los dedicados a Jorge Manrique y a Rubén Darío o los trabajos reunidos en Literatura española. Siglo XX (1949) y Ensayos de literatura hispánica (1958).
La mayor parte de su poesía tiene como tema principal el amor. En la poesía de Salinas se nota una sensibilidad especial, así como una sinceridad cierta y no fingida. Sus poemas suelen ser cortos y prescinden frecuentemente de la rima. Consigue el ritmo mediante la repetición de palabras o estructuras sintácticas.
Presagios (1923) es su primera obra, que junto a Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1932) forman un primer bloque dentro de su obra. Se perciben las influencias del Romanticismo de Bécquer, de Juan Ramón Jiménez, y de los movimientos de vanguardia, como el Futurismo o el Ultraísmo. El autor establece un diálogo continuo entre su yo y un tú imaginario, que representa tanto a las cosas como a otra persona.
La voz a ti debida (1934) y Razón de amor (1936) son las dos grandes obras de Salinas. El tema fundamental es el amor, que lo impregna todo. De nuevo aparece el yo y el tú en un diálogo íntimo que atrapa misteriosamente al lector. Los poemas, breves, son aparentemente sencillos. El lenguaje de Salinas es casi coloquial y contribuye a demostrar la autenticidad que lleva al autor a escribir.
En su exilio americano compone sus dos últimas grandes obras: El contemplado (1946) y Todo más claro (1949). La evolución temática es plena en Salinas: de los poemas de amor pasa a la desesperación y la desolación por la situación de España, inmersa en las terribles consecuencias de la guerra. Expresa su situación personal como exiliado y no olvida el estado en el que se encuentra el mundo que le rodea.

José Carlos Carrillo Martínez